domingo, 11 de julio de 2010

Más allá del principio del placer, capítulo IV

Más allá del Principio del Placer. Capítulo IV

A partir de consideraciones tópicas (Lacan las hubiese llamado topológicas) apunta a plantear una tarea del aparato anímico que es anterior e independiente de la instauración del principio del placer. O también podemos decir que apunta a diferenciar la instauración del principio del placer del funcionamiento del principio mismo, ya que la instauración, es lógico, no puede responder a dicho principio.

En esta senda las consideraciones tópicas apuntan a establecer una definición del trauma como ruptura de la protección antiestímulo, y al sueño traumático como modelo de un proceso anímico más allá del principio del placer.

Es evidente que partir del modelo de una “vesícula indiferenciada”, del modelo biológico del organismo vivo, no dejará de tener consecuencias por el impulso que le da a la especulación y por lo que deja de lado, principalmente considerar la implicación del lenguaje para la subjetividad. Pero ¿qué es esta vesícula indiferenciada en la que Freud se detiene tanto? Voy a arriesgar mi propia hipótesis: es Freud mismo, o por lo menos una de las imágenes en las que se representa.

Parece que los deseos más arraigados de la vesícula freudiana fueran defenderse y preservarse, y el mundo exterior es planteado ante todo como hostil, peligroso. Sólo pequeñas muestras del mundo exterior, esta vesícula no tiene avidez de un gran banquete. Sólo lo necesario para defenderse y preservarse.

En las consideraciones que hace Freud acerca de las neurosis traumáticas no incluye (claro, si se parte de un marco de referencia biológico eso se excluye) los efectos traumáticos de la ruptura del sentido. Él habla de la ruptura de la protección antiestímulo. Es cierto que el sentido funciona, decididamente, como una protección.



No hay comentarios:

Publicar un comentario